3ª Era



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AGRADECIDO POR TODO








martes, 22 de diciembre de 2009

Trickster

Basado en hechos rurales
Eran más o menos las 11. Realizaba mi habitual paseo por la zona. Fue al cruzar la calle, pero sin dejar del todo la acera. No se de donde salio, pero un vehiculo a ruedas apareció de sopetón a gran velocidad y me embistió. Volé por los aires esperando, un mal rato, que mi aterrizaje no me trajera graves consecuencias. Llegaba el momento de poner actitud.











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     Al impactar contra el asfalto se desprendieron de mi boca 3 dientes, 1 premolar y 2 muelas del juicio. Sonó como si me hubiera roto todo. Me sentí adormecido por un dolor profundo y general. Mantuve la conciencia. No había muerto o eso parecía.


     El vehiculo se detuvo unos 9 metros más adelante. De el se apeó una persona que se dirigió hacia mi muy lentamente.


     Poco a poco fueron arremolinándose a mi vera un numeroso grupo de personas. De entre ellos, apareció un hombre, muy alto y con una gran y desproporcionada cabeza, que me dijo:


- Eso te pasa por no fijarte chaval, ya verás como a partir de ahora pones más cuidado… ¡no ves que puedes provocar un accidente! -.


     Una mujer con un largo y picudo bigote, me dio las gracias y a continuación me escupió abundantemente en el ojo izquierdo.


     Una tercera persona, que no se parecía ni a un hombre ni a una mujer, se aproximó gesticulando extrañas piruetas, me cogió la mano izquierda y me apretó varios cientos de miles de euros en uranio enriquecido, diciéndome que mejor me desintegraba del todo, que era por mi bien y el de la sociedad en su conjunto. Bebés inclusive.


     Estaba absorto cuando la persona que me había embestido llegó hasta acercarse a 7 milímetros de mi oreja derecha:


- Eres patético, feo y no nos vas a joder más. ¡Esto te pasa por ser un trickster! -.





      Sin mediar un instante, se incorporó y me dio una patada en el hígado, en la que empleó, supongo, toda su fuerza, pero como ya me venía de doler todo, no me pareció más que una prueba empírica de que no me podía mover por mi mismo. 


     Repitió la operación 21 veces, desplazándome unos 8 metros calle abajo. Quedé un poco peor, sobre todo del hígado, pero mejor colocado, ya que tenía mejor ángulo de visión con el ojo con el que aun podía ver.


     De pronto todos gritaron, al unísono, como si lo hubieran ensayado antes: -¡Trickster, Trickster, Trickster!... así como setecientas veces, llegando a realizar polifonías muy logradas. Que lastima haber salido sin el grabador, pensé.


     Al terminar se fueron todos rápidamente, hablando a voces entre ellos y riéndose a carcajadas. Me quedé allí, claro, adonde iba a ir así… pensando en qué podían haber querido decir. Pensé en consultarlo en el diccionario, si salía de esta.


     Un mal rato más tarde, apareció una niña dando saltitos, que se acercó a mi  y me dio un beso en la sangre, ya que a esas alturas tenía más de ella fuera que dentro. Me miró con los ojos más dulces jamás vistos:


- ¿Que te pasó, guapa?, ¿Te pusiste malita? -. Pregunto con cara de penita.


     Yo no podía hablar, ni moverme, solo podía observar, oír y pensar.


     La niña sacó de un bolsito que llevaba, una caléndula de grandes proporciones y me la posó en la frente:


- Para que te cures –.  Expresó.


     Se acercó mucho a mi oreja y me susurró, como a unos 11 decibelios con ponderación A:


- Yo se que no eres un Trickster -.








     Y se marcho dando saltitos y cantando “donde están las llaves” en versión funky.


     Menos mal que siempre he tenido un oído muy fino, el otro no tanto. A seguidas me desmayé.

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